Hoy vengo de un humor raro. Si no queréis aguantarme, os
lo digo ya.
Hay etapas en la vida. No voy a descubrir América
diciendo eso, solo quiero hacer hincapié. Y las etapas las tenemos cada uno a
distinto ritmo, pero no podemos evitar compararnos.
Se casa un amigo, otro tiene un hijo, etc. Este tipo de
cosas, obviamente, te hacen pensar. Pero me he dado cuenta que hay una que se
lleva la palma, nunca mejor dicho: cuando alguien de tu edad se muere.
No voy a entrar en detalles porque no va por ahí la cosa.
Pero sí que piensas “¿Y si yo me muriera hoy qué quedaría de mí?”. Y bueno, a
mí me ha tocado hacerme esa pregunta.
Como sabéis los escasos seguidores de mi blog, mi vida
últimamente no ha sido un camino de rosas. He metido la pata no pocas veces y,
como es ley de vida, el mayor perjudicado siempre soy yo. Pero al menos hay un
error que he cometido poco: engañarme a mí mismo. Me compadezco de los que lo
hacen reiteradamente, porque la ostia que se van a comer no va a caber ni en la
Sagrada Familia (¿lo pilláis? Ostia, como lo que dan los curas en las iglesias)
También he de agradecer a todos los que han estado
aguantándome mil y una tonterías. Empezando por mi familia, lógicamente, siguiendo
con mis amigos y todo el que simplemente sea colega pero ha estado apoyándome.
Y hoy en particular va dedicado a una persona que lleva
conmigo muchos años. Y en esta prueba de fuego de nuestra amistad, ha sido como
calmar una hoguera con el agua de una presa. Su nombre es Blanca. No lo
olvidéis. Es de las personas más grandes que tenéis la oportunidad de conocer.
A los que habéis estado conmigo, en especial a Blanca, os dedico esta canción. Nunca estáis solos. Me tenéis a mí, sea mucho, poco o nada.
You're not doing this alone
No hay comentarios:
Publicar un comentario