Ayer terminé de ver la octava y penúltima temporada de
Cómo conocí a vuestra madre. Aviso a navegantes: hay altas dosis de SPOILER en
lo que voy a escribir a continuación, así que si no lo habéis visto, no leáis
esto. Podéis pasar a la entrada de abajo, donde hablo un poco del tema pero con
menos spoilers (diría que sin ninguno en realidad).
Mucha gente ha dado su opinión sobre Ted diciendo cosas
como que es un pringado, que vaya tela con el tío… en fin, muchas y muy
diversas opiniones que no voy a citar. Y hoy vengo a dar la mía. Por supuesto,
yo no me conformo con una frase. En eso me parezco un poco a Ted. Yo tengo que
escribir una entrada entera en el blog. Pero empecemos por el principio:
Ted es idiota.
O como suele decirse, de bueno, tonto. Pero no voy a
adelantar acontecimientos. Primero quiero volver a la primera temporada, al
final del último capítulo.
Ted lleva toda la temporada intentando salir con Robin.
Ha hecho estupideces entrañables que hacen que uno se pregunte por qué Robin no
acepta. Se supone que Robin es una chica poco romántica que no sabe/quiere
apreciar ese tipo de cosas. Contra todo pronóstico (o no), Ted lo consigue.
Por otro lado, la trama se centra en Marshal y Lily. Lily
no ha cumplido sus sueños de ser artista, y se siente que con Marshal no puede
hacerlos a causa de la boda. No va a tener tiempo para nada una vez que estén
casados. Todo esto a espaldas de Marshal.
Así que al final del capítulo, cuando Ted vuelve de casa
de Robin en taxi, se da una de las escenas que más encogen el corazón de las
que he visto jamás en mi vida, con esta música de fondo.
“Robin, tienes que bajar. ¡He hecho llover! Eso es lo que
he hecho hoy”.
“A la mañana siguiente, mientras volvía a casa, la ciudad
parecía la misma, la gente parecía la misma, todo parecía igual. Pero no era
así. En una noche, todo había cambiado.”
Y al acabar esta frase, vemos cómo Ted se baja del taxi y
se encuentra a Marshal en las escaleras de su casa, bajo la lluvia, con el
anillo de compromiso en la mano. Y sin poder hacer nada, la realidad golpeó a
Marshal con toda la fuerza con la que te puede golpear.
Volvamos ahora a la octava temporada.
Robin ahora anda buscando un colgante que enterró hace 20
años para llevar “algo antiguo”, como una reliquia. Llama a su padre para que
le ayude a buscarlo y le falla. A continuación, llama a Barney y dice que está
ocupado (jugando al laser tag con el padre de Robin). Os imaginaréis a quién
llama después. Sí, a Ted. “Robin, tengo una cosa que hacer”. Una entrevista de
trabajo. A lo que ella responde “No te preocupes, no es importante”.
Lo que pasa a continuación es de los momentos más
predecibles de la serie: Ted va a ayudar a Robin. Él lo describe mejor que
nadie cuando dice que si hay lo más mínimo que esté en su mano para hacerla
feliz, no dudará en dejarlo todo por hacerlo. Bueno, hace nada que ha dejado
una entrevista de trabajo bastante importante.
1 comentario:
El perfecto pagafantas :D
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