jueves, 16 de mayo de 2013

Cómo conocí a vuestra madre… y lo mal que lo pasé por el camino


Ayer terminé de ver la octava y penúltima temporada de Cómo conocí a vuestra madre. Aviso a navegantes: hay altas dosis de SPOILER en lo que voy a escribir a continuación, así que si no lo habéis visto, no leáis esto. Podéis pasar a la entrada de abajo, donde hablo un poco del tema pero con menos spoilers (diría que sin ninguno en realidad).

Mucha gente ha dado su opinión sobre Ted diciendo cosas como que es un pringado, que vaya tela con el tío… en fin, muchas y muy diversas opiniones que no voy a citar. Y hoy vengo a dar la mía. Por supuesto, yo no me conformo con una frase. En eso me parezco un poco a Ted. Yo tengo que escribir una entrada entera en el blog. Pero empecemos por el principio:

Ted es idiota.

O como suele decirse, de bueno, tonto. Pero no voy a adelantar acontecimientos. Primero quiero volver a la primera temporada, al final del último capítulo.

Ted lleva toda la temporada intentando salir con Robin. Ha hecho estupideces entrañables que hacen que uno se pregunte por qué Robin no acepta. Se supone que Robin es una chica poco romántica que no sabe/quiere apreciar ese tipo de cosas. Contra todo pronóstico (o no), Ted lo consigue.

Por otro lado, la trama se centra en Marshal y Lily. Lily no ha cumplido sus sueños de ser artista, y se siente que con Marshal no puede hacerlos a causa de la boda. No va a tener tiempo para nada una vez que estén casados. Todo esto a espaldas de Marshal.

Así que al final del capítulo, cuando Ted vuelve de casa de Robin en taxi, se da una de las escenas que más encogen el corazón de las que he visto jamás en mi vida, con esta música de fondo.



“Robin, tienes que bajar. ¡He hecho llover! Eso es lo que he hecho hoy”.

“A la mañana siguiente, mientras volvía a casa, la ciudad parecía la misma, la gente parecía la misma, todo parecía igual. Pero no era así. En una noche, todo había cambiado.”

Y al acabar esta frase, vemos cómo Ted se baja del taxi y se encuentra a Marshal en las escaleras de su casa, bajo la lluvia, con el anillo de compromiso en la mano. Y sin poder hacer nada, la realidad golpeó a Marshal con toda la fuerza con la que te puede golpear.


Volvamos ahora a la octava temporada.

Robin ahora anda buscando un colgante que enterró hace 20 años para llevar “algo antiguo”, como una reliquia. Llama a su padre para que le ayude a buscarlo y le falla. A continuación, llama a Barney y dice que está ocupado (jugando al laser tag con el padre de Robin). Os imaginaréis a quién llama después. Sí, a Ted. “Robin, tengo una cosa que hacer”. Una entrevista de trabajo. A lo que ella responde “No te preocupes, no es importante”.

Lo que pasa a continuación es de los momentos más predecibles de la serie: Ted va a ayudar a Robin. Él lo describe mejor que nadie cuando dice que si hay lo más mínimo que esté en su mano para hacerla feliz, no dudará en dejarlo todo por hacerlo. Bueno, hace nada que ha dejado una entrevista de trabajo bastante importante.

1 comentario:

Anónimo dijo...

El perfecto pagafantas :D