A menudo no
hacemos cosas por temor a que se rían de nosotros o piensen que lo que hacemos
es ridículo. Es una pena, porque eso significa que no lo haces porque quieras
hacerlo, sino para obtener el reconocimiento de alguien.
Hoy he
aprendido que si quieres hacer algo, hazlo. No temas que te juzguen, al menos
no lo temas más de la cuenta. Es posible que se rían de ti, y que te siente
mal, por supuesto.
Pero ¿sabes
por qué merece la pena? Porque en algún momento encontrarás a alguien por quien
merezca la pena hacerlo. Alguien que te diga “haces que me ilusione”. Y, amigo,
en ese momento lo que opine el mundo te importará, parafraseando a un profesor,
tres cabezas de carajo.
Y a dormir,
que mañana toca entrenamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario